sábado, 3 de agosto de 2013

T6 IFAP CRISTOLOGIA ACTITUDES FUNDAMENTALES DE JESÚS.

TEMA 6.- ACTITUDES FUNDAMENTALES DE JESÚS.

Es imposible agotar toda la riqueza de la personalidad de Jesús, pero queremos reflexionar, al menos, sobre algunas de sus actitudes fundamentales, pues también se nos revela Jesús a través de ellas, con el objetivo de hacerlas nuestras y que se reflejen en nuestra vida.

Jesús ante su Padre Dios.
Jesús vive una relación tan íntima y especial con Dios que se dirige a Él llamándole «Abba» (papá, padre. cf. Mc 14,36). Algo totalmente inusitado e impensable para un judío. De hecho nunca se usa esta expresión en todo el Antiguo Testamento y en la época de Jesús hasta se evitaba pronunciar el nombre de Dios y se utilizaban sinónimos (como por ejemplo: el Altísimo, Señor, etc.).

Jesús habla de «mi Padre» (cf. Mt 7,21; 10,32; 11,27; Lc 2,49; Jn 6,32.40; 14,23; 15,1) y de «vuestro Padre» (cf. Mt 5,16; 6,14-15; Mc 11,25; Jn 20,17). Jesús nos viene a mostrar que Dios es nuestro Padre (cf. Mt 6,9; Lc 11,2), a quien nosotros podemos acudir con gran confianza (cf. Mt 7,7-11; Lc 11,9-13). Así nos revela plenamente la misericordia y ternura de Dios hacia todos los hombres. Nosotros somos hijos de Dios (cf. Jn 1,12; 1Jn 3,1) porque recibimos el Espíritu que nos hace clamar: Abba, Papá (cf. Rom 8,15-30; Gal 4,6).

Jesús nos habla también de la relación que vive con su Padre. Jesús y el Padre viven unidos, son uno (cf. Jn 10,30; 17,21), de tal forma que quien conoce a Jesús conoce al Padre (cf. Jn 8,19). Su Padre está con Él (cf. Jn 16,32), y Él es el Hijo que nos puede revelar los secretos del Padre (cf. Jn 1,18; 6,46; Mt 11,25-27).

Jesús es el enviado del Padre (cf. Jn 5,36; 6,38-39.44; 7,29). Por eso su alimento es cumplir su voluntad y llevar a cabo su obra (cf. Jn 4,34) hasta el final (cf. Jn 17,4; 19,30). Toda la vida de Jesús se realiza en un clima de oración: en los momentos importantes (cf. Lc 3,21), en la intimidad (cf. Lc 5,16; 6,12; 9,18) y públicamente (cf. Lc 10,21-22; Jn 11,41-42; 17). Y así termina su vida: con una oración a su Abba (cf. Mt 27,46; Mc 14,36; 15,34; Lc 23,46).

La opción fundamental de Jesús.
De una forma sencilla, clara y sintética, podríamos decir que la opción fundamental de Jesús; la razón, el motor y la fuerza de todas sus actitudes y acciones; aquello por lo que vivió y entregó la vida, fue realizar la voluntad del Padre; Él vivió para la voluntad de Dios. El motor que mueve a Jesús, lo que da sentido a su vida, es el cumplimiento de la voluntad de Dios. “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34; cfr. 6,38).


Jesús ante la Ley.
Como ya sabemos, la Ley era para los judíos lo más importante y central de su vida; hasta el punto que la habían exagerado ampliándola en 613 preceptos que regían hasta los más pequeños actos de la vida de cada día (cf. Mc 7,1-23; Mt 23,16-25). Jesús reacciona ante esta realidad y se opone totalmente: quebranta el ayuno (cf. Mc 2,18), descuida las purificaciones legales (cf. Mc 7,21-23), toca a los leprosos (cf. Mc 1,40-42), hace curaciones violando el sábado (cf. Mc 3,1-6; Lc 13,10-17; 14,1-6; Jn 5,1-18; 7,21-24; 9,14). De esta forma coloca al hombre y las relaciones de amor y solidaridad por encima de todo (cf. Mc 2,27).

Jesús libera al hombre de la ley y le hace ver que ésta sólo tiene su sentido en el auténtico amor a Dios y al prójimo (cf. Mc 12,29-31). Por eso Jesús, el nuevo Moisés, supera y lleva a plenitud la ley (cf. Mt 5,17-48), mostrándonos así una meta superior: ser perfectos como el Padre (cf. Mt 5,48). Ya no se trata de la ley por la ley; se trata ahora de lograr la perfección a través del amor (cf. Mt 7,12). Esta meta se alcanzará en la medida en que el hombre se adhiera no a la ley, sino a la persona de Jesús y a su estilo de vida.

Jesús ante el Templo.
El Templo constituía para el judío el centro religioso y cultual, el lugar de encuentro con Dios (cf. 1Re 8). Además, debido a las peregrinaciones que tenían que realizar año tras año (cf. Ex 23,17; Dt 12,2-12; 14,23; 16,5-6.11), significaba una fuerte suma de ingresos. Jesús expulsa a los vendedores del templo, la casa de su Padre (cf. Jn 2,13-17), y además anuncia la destrucción del templo (cf. Mt 24,2) y su reconstrucción en tres días (cf. Mt 26,61; Jn 2,19-22), declarándose Él superior al Templo (cf. Mt 12,6).

Con estas actitudes nos muestra Jesús que su persona, una vez resucitada de entre los muertos, es el lugar de encuentro entre el hombre y Dios. Al sustituir el culto material que se realizaba en el templo por un culto en Espíritu y Verdad (cf. Jn 4,23-24), nos hace ver que el único culto agradable a Dios, es el culto de la vida diaria, del amor y de la justicia (cf. Mt 12,7), de la reconciliación fraterna (cf. Mt 5,23-24), de vivir realizando la voluntad del Padre (cf. Rm 12,1-2).

Jesús ante los poderosos.
Jesús sabiendo que su misión salvífica no la llevaría a cabo únicamente anunciando con palabras tranquilas la Buena Nueva del Reino, se nos manifiesta también en una actitud valiente y libre, denunciando el mal que descubre en la sociedad de su tiempo, especialmente la ambición, que, como ya vimos, es el primer obstáculo para la construcción del Reino.

Jesús denuncia ante el poder económico el peligro de las riquezas (cf. Lc 18,24), ya que poner el dinero como valor absoluto se opone a Dios (cf. Lc 16,13; Mt 6,24), nos estorban para ver al prójimo necesitado (cf. Lc 16,19-31) y se convierten en fuente de injusticias (cf. Lc 16,9; 19,8). Por eso exige a sus discípulos la renuncia a sus bienes para realizar el proyecto del compartir (cf. Lc 12,33; 14,33; 19,8).

Ante el poder político Jesús se muestra totalmente libre y crítico. Denuncia la actuación de Herodes (cf. Lc 13,32; Mc 8,15), «desacraliza» el poder y el estado (cf. Mt 22,15-22) y ante Pilatos se muestra libre y crítico de su situación (cf. Jn 19,8-11).

Ante el poder religioso, representado por los escribas, fariseos, saduceos y sumos sacerdotes, Jesús se muestra valiente para denunciar su legalismo, su hipocresía, ambición y opresión que ejercen sobre el pueblo (cf. Mt 23,1-36; Lc 11,37-54).

Jesús ante los marginados.
Jesús nace (cf. Lc 2,1-7), vive (cf. Lc 9,58) y muere (cf. Mt 27,39-50; Gal 3,13; Rom 8,3; 2 Cor 5,21; Col 2,14) como marginado. Durante su vida lo acusan de comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores (cf. Mt 11,19), perturbado mental (cf. Mc 3,21), revolucionario (cf. Lc 32,2; Mt 27,63), contado entre los delincuentes (cf. Lc 22,37), muere fuera de la ciudad como un “maldito colgado de un madero”.

Jesús hace una opción fundamental por los marginados; son ellos los destinatarios de su misión (cf. Lc 4,17-19). Su predicación a los pobres es señal de que Él es el Mesías (cf. Mt 11,4-6). Por eso ellos son los bienaventurados (cf. Lc 6,20-23) ya que viene el Rey que implantará la justicia y transformará la realidad de opresión y marginación en que viven (cf. Lc 1,52-53; 4,16-22). Convive con todos ellos: prostitutas, samaritanos, leprosos, pobres, niños, viudas, ignorantes, enfermos, etc. En sus parábolas de misericordia (cf. Lc 15) resalta su interés y su bondad hacia el pecador, lo mismo en las actitudes concretas que tuvo hacia ellos (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,1-11). Jesús se identifica con los pobres y marginados desde adentro, en su vida y en su práctica; su identificación es tan plena, que en base a nuestra solidaridad con ellos seremos juzgados (cf. Mt 25,31-46).

Ejercicio para la vida personal. (Material a trabajar y REENVIAR).
1.    ¿Qué tipo de relación tengo con Dios?

2.    ¿En mi relación con Dios me comporto como verdadero hijo suyo, de tal forma que mi confianza y seguridad esté puesta en  Él?

3.    ¿En nuestras comunidades e instituciones las leyes están al servicio de los hombres, especialmente de las personas más desamparadas?

4.    ¿Ponemos el bien del prójimo, el amor y la solidaridad, por encima de "nuestras pequeñas leyes" (costumbres, tradiciones, intereses, necesidades)?

5.    ¿El culto que realizamos en nuestros templos tiene realmente una proyección a la vida (amor, servicio, justicia, solidaridad, reconciliación fraterna)?

6.    ¿Nos sentimos libres ante los poderosos para anunciar los valores del Evangelio y denunciar todo lo que se opone al plan divino?

7.    ¿Qué implica para nosotros hacer una opción preferencial por los pobres, como lo hizo Jesús?